sábado, 15 de noviembre de 2008

Sin titulo

Volví temprano, como a las 3 de la madrugada según me pareció. Recordando el aliento a sexo que brotaba aun en mi cuerpo. En la oscuridad de mi habitación, recién salido del baño regresaron, asaltándome los viejos miedos. Me tomo por sorpresa.

Lo despertó el ruido de la mañana, demasiado tarde .El día había comenzado sin mí, reanude la tarea y me puse en marcha de inmediato. Al salir a la calle me sentí extraño, algo comenzaba a cambiar.




Olvido cualquier tipo de recaudo al salir para el trabajo, dejó su casa sin llave, olvidó darle alimento al perro; quien un rato mas tarde reclamaría la taciturna ausencia del dueño. Cuando salió a la calle sabría que regresaría pronto.
El tiempo se detuvo a sus hombros y se sintió lento y pausado como una lectura de maestra, quien acentúa correctamente todas las palabras como con miedo a perderlas del texto. Olvido también desayunar en el apuro de entrar en la calle, no hacia mas de tres horas que había vuelto, una pequeña casa a orillas del mar, una casita de barrio, demasiado humilde pensaría alguno, en fin una casita pequeña donde cabía ella y alguien mas en el caso de que lo hubiese, nunca había tenidos hijos y no se le conocía familiares en el barrio o en el pueblo. El tampoco le habría preguntado.
Entró en pánico, tuvo conciencia de que llegaría tarde. Ni siquiera sabría la hora, porque ni tiempo le quedó para mirar el viejo reloj de pared en su cuarto.
Animado corrió algunas cuadras, sobresaltado, y tímido de que alguien pudiese verlo (a nadie se le ocurre correr en publico así) menos en la calle, a esta hora, rodeado de gente común. Tuercen el cuello y no parece avanzar mucho, es demasiada sorpresa ver alguien que corre cuando la gente agitada y apurada recorre la ciudad solitaria de madrugada, con los primeros ruidos de la próxima velada laboral.
Al correr siento que recorro el espacio sin ideas, alguna vez alguien me las trajo y tuve que mentirle para sentirme más cercano, y me abandono de pronto, y fue inútil.
Porque siento la certeza de que algo llega, y no soy indiferente, tan cercano el contacto con otros, pero no es mi medio, soy un mero contacto y viajo este tiempo.
Pero tan próximo al trabajo, tuve ganas de volverme y dormir, descansar renunciar y despertar feliz. Mi cabeza fue un globo agrietándose en el aire fresco, mis caras trasmutaron en mis ojos… el perfume que sienten alguna vez los libres del tiempo; solo que, esta vez. Renuncie a el.
No me fue difícil (…y equivocado tal vez) estar de vuelta al mar. Bajo su brisa se acurrucan los indecisos, se mezclan con las olas, se deslizan bajo la marea y no consiguo despegarme.
Ser un punto suave, apenas imputable de este crimen de amar, castigo que me deja a ciegas, ya que no elijo y decido abarcar en otra parte, en lo que a mí respecta:
Muy pronto estaré lejos, muy pronto dejare mis guías torcerse y tomaras de mi tiempo, lo que más te guste sin importarme todo lo que pierdo. Los que atajen, los que vean, los que descarguen o amen esta piedra; sabrán llevarme muy lejos.
De pronto me siento enamorado y me asusta.
Entonces decido esperar.
Guardo todos los cambios, reconstruyo el sueño, que apenas es la verdad cuando lo junto, en mis manos húmedas. Descanso en las imágenes que animaron mi partida, y no me abandono, pues estoy en ellas, y me asusta; y no es solo eso. Además tengo miedo.
Directo al centro.
Y hasta el silencio se parece al amor, porque esta vez tiene forma y resume un sonido en la voz de quien lo reconoce y es fe de quienes nos quedamos con el (… y no lo devolvemos) … largas, largas listas de espera.
Regresé, el perro arañaba la puerta, me escucho empujar y se hizo a un lado, pareció no reconocerme, el mar se había congelado aquella mañana de primavera; y el sol a través de sus rayos, era tan débil sobre los cristales; como si una curiosa fuerza evitara que brillara por si mismo. El frío me aisló de la arena y me hallé solo.
Completamente esquivo a lo que buscaba, como copos de nieve en primavera. No quise pertenecer a esta mecánica sipnosis del tiempo, ni a sus enmascarados caras; que reposan mi aliento sobre esta cama que chirría y descansa mi cuerpo, desplazándome, reduciéndome a pliegos de reciente memoria sin rayar.
Con la asfixia acumulada, aun en las sabanas grises y limpias, matizadas en el almíbar de la media mañana, en ayunas, y a tientas de no dejarme dormir. Se quedo en la cama.
Mirando el techo, dormitó entre velas de pequeños barcos y anduvo recorriendo tramos difíciles de viento y velo, descubriendo inseguros amantes en la arena, en aquella media mañana, hinchado de tiempo; el amor como el sol, le pareció enorme y desproporcionado para aquel cuarto. Las mejillas hundidas levemente en la almohada.
…Y supo que hubo esperanzas…aun en el sueño de jamás naufragar en la arena.
Con las sienes quemadas y la boca seca cubierta de sal.
Los amantes ahora llevan el velo le otorgan altura y transitan por la calida arena de playa, mientras el mar frío y distante como siempre; se divide en franjas oscuras y franjas mojadas .Un cielo torpe cayó sobre mí.
Me quede dormido. Al mediodía escuchó que se acercaban a la puerta, golpearon enérgicamente alrededor de tres veces. Se alejaron pronto, oí un murmullo grave y suave. No reconocí sus voces….

Someter al corazón entre algodones tibios, y acariciarlo de suaves pensamientos, alejándolo del simple contacto.
Cuidadosamente y con cautela, entierro el corazón en la arena. Lo protejo.

Ahora el corazón secuestrado es una balsa en espera, un naufrago; una vertiente sin humedad….

….Y la llama azul, ¿de los que no podemos salvarla?...quien sigue aunque no parezca…En su perenne vuelo…de cara a la muerte. En el frenesí de los besos y las silabas….cuando alguna cuota d ternura queda sin pagar, reprimida en los arcos de la cama.
Todos queremos salvar algo de amor antes de perderlo, en los bolsillos….ò arrinconarlo en circuitos de memoria con las fauces en la luna.

Bulliciosa selva de árboles azules, de copas marcadas; quejumbrosas, graves como el barro.

Hallé la voz de los que renuncian, y nunca se sabe si es el sol.

Los peces aun sin ahogar, asomo de su voluntad; sobre la pared.


No tengo planes y me asusta, y antes de que este nuevo orden se reestablezca, quiero estar oculto; antes de que sus piernas me atrapen, muchos antes que sus brazos rodeen mis ideas, quiero estar completamente a salvo. Porque mis deseos permanecen dormidos, mientras que una voz los acuna por dentro, por fuera golpeo con fuerza, y parece muerto ya., un desierto.
Corre ventura del amor, y en los apacibles o en los aplacables, y aun a los invencibles; transita…sin resmas, ni restos. En la incontinencia de las horas, en la permeabilidad de todas las cosas.
Todos queremos salvar algo de amor.

Despertó seguro, y no por consiguiente a salvo. Anchos brazos de luz en franjas desbordaban y describían contornos en la habitación, semi desecha por los días, sin arreglar, con la ropa tirada y sucia, como muerta sobre el piso, el estomago vacío y revuelto, dando vueltas, le pesaba aun mas, el agradable olor de comida recién hecha sin digerir, ni mascar, ni aglutinar, acumulados por el transito y el humo y el viento. Aunque no hubo hambre ni deseo alguno de almorzar, encontró una silla en el cuarto y en el centro desplomo su cuerpo, quedando tendido boca arriba en la silla y los brazos le caían a los costados como miembros que se desentienden del cuerpo, y bajan solos hasta el piso, sin moverse ni extenuarse, olvidados a quien pertenecen, y en ese instante desnudo, pendiente de su alma, o de alguien que habitara allí arriba, con los ojos huecos y húmedos llenos de angustia, y huecos por fuera , bebió el mar que sus años habían abandonado.
En decreciente espera, los sonidos y el viento en su cara, el cabello desvencijado tomándose las mejillas, hallándose expuesto, apoyado en las rodillas, mientras el cuarto cobijaba e incubaba. …ceso el silencio………..el asiduo ejercicio de caer, caer sin reposo, ni recaudo con el pecho abierto. Otra vez golpearon la puerta, y la cara volvió a un lugar anterior, encajando de nuevo, como ida. Reestableciendo la composición de aquel ser…no tardó en responder, una respuesta rápida y sencilla…” ahí voy”, y las palabras brotaron sin urgencia, sin aire desde adentro, empujadas a la boca y pudiendo salir, atrapadas…de un ahogo.
Se metió al baño, busco desesperado el espejo y abrió la canilla metiendo; casi toda la cabeza adentro, sin preguntar quien estaba afuera.
Pasaron sin sentarse, y sentían pasiva y sumisa aquella tarde, en aquel lugar.
Se sintió turbado, y miró de frente a los dos, reestableciéndose, lo seguían con atención; dirigió un confuso saludo entre los haces de luz que arrojaba la ventana, los dos hombres permanecían de pie, aguardaban, una escena parecida a un juicio pensó para si, sin decir palabra; les invito a sentarse. Se hablaban con las manos, se dirigía, pensaba y gesticulaba con la mirada, aquella extraña comunicación duro un instante.
Las sillas estaban dispuestas alejadas de la mesa dándole una aspecto de completa informalidad a la tarde. Fueron sentándose, sin emitir sonido, el silencio fue conjugándose.
Los semblantes, y las graves expresiones en aquellos rostros, como prestados para la ocasión; como cabezas de alfiler revueltas sobre una mesa, se confundieron en la pregunta. “¿que has hecho?”...aguardaban respuesta, el juicio había comenzado.
No pensó mucho, el indicio clave; concreto…y la primera piedra, y hay que moverse… ¡y sacarla de ahí!...ganar un poco de tiempo.”En concreto”.
“Renuncio”. Llamó un remis.
Ella lo esperaba a las 5.

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